La sociología de la vida psíquica delante del problema de la comunicación social: Una Introducción[i]
Por Jacob (J.) Lumier
Epígrafe: Las fronteras entre el fisiológico, el psicológico y el social, desde el punto de vista de los nuevos conocimientos metodológicos no siglo XX, se tornaran esencialmente instables, y, con eso, tornaran acentuada la inmensa dificultad para definir lo que uno entiende por psíquico, además de acrecentar un tópico de alta relevancia para la argumentación en favor del concepto de fenómenos psíquicos totales.
Sumário
Observaciones Preliminares (de Dilthey hasta Gurvitch). 1
Psicología versus sociología: una referencia en la formación de la sociología. 1
La aprehensión de las totalidades.. 1
Psicología versus sociología: un cuadro sociológico de la sociología 1
La falsa alternativa psicología y sociología.. 1
La trayectoria de la cuestión.. 1
Gabriel Tarde, Durkheim y la Mentalidad Colectiva.. 1
El obstáculo de la introspección y el Behaviorismo.. 1
El círculo vicioso de Freud.. 1
Jean Paul Sartre y Lucien Goldmann
Colaboración entre la psicología y la sociología.. 1
La penetración del social en el psicopatológico.. 1
La no-competición entre psicología y sociología. 1
La interdependencia de la psicología individual, de la interpersonal y de la colectiva 1
Combinación de los tres métodos.. 1
Notas Críticas Sobre las Teorías de Interacción.. 1
Imitación y Sentimiento Colectivo.. 1
Presentación
La publicación del presente artículo tiene en cuenta el proyecto de promover las lecciones complementares a la sociología del conocimiento. En esa última, la psicología colectiva y la comunicación social tienen alta relevancia, pero el estudio de los problemas específicos del psiquismo permanece poco tratado, no tiene lugar.
El propósito de ese trabajo es rellenar tal lugar disponible. Su primera versión en lengua portuguesa está publicada en “Psicologia e Sociologia: O Sociólogo como Profissional das Ciências Humanas“, Internet, E-book Monográfico, 158 págs. Janeiro 2008 Web da Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura – OEI,
link < http://www.oei.es/noticias/spip.php?article2005 >
Observaciones Preliminares (de Dilthey hasta Gurvitch)
Psicología versus sociología: una referencia en la formación de la sociología
La falsa alternativa psicología versus sociología, constituí un cuadro sociológico de la sociología, y revela una referencia intelectual de análisis e interpretación diferenciada, en modo especial, en la formación de la sociología como disciplina científica.
Trata-se de demonstrar no solo el carácter anacrónico de esa falsa alternativa y la necesidad de los sociólogos se desembarazaren de la misma. Presenta-se, pues, una orientación renovada y dialéctica para tornar a poner el problema de las relaciones actuales entre la psicología y la sociología en termos de colaboración
El camino más significativo para esa aproximación de las dos disciplinas parientes, ha sido desarrollado por Gurvitch, al construir y establecer el concepto sociológico de Fenómenos Psíquicos Totales, en complementación dialéctica del concepto de Fenómenos Sociales Totales, descubierto ese último por Marcel Mauss [1872 – 1950] [ii] y presentido por Emile Durkheim [1858 – 1917].
La aprehensión de las totalidades
Sin embargo, la proposición de Gurvitch tiene todavía dos motivos provenientes del análisis filosófico, siguientes:
(a) – atender a la recomendación formulada por Wilhelm Dilthey [1833 – 1911] [iii] para que se pusiese en obra una psicología verdaderamente descriptiva en el ámbito del análisis de los hechos culturales, cuyo carácter intuitivo hizo sobresalir [iv];
(b) – llevar en cuenta, o mejor, buscar un desdoblamiento analítico y operativo para la constatación señalada igualmente por Dilthey de que, en su decir, “a las relaciones permanentes de los actos psíquicos de un ser humano con los de otro están conjugados sentimientos permanentes de co-pertenecemento” (y no solamente una fría representación de esas relaciones, como ocurre en las teorías formalistas de interacción [ver tópico abajo])[v].
Note que la importancia de las analices filosóficas de Dilthey para la sociología ha sido bien reconocida. Así que la fundamentación de los tipos sociológicos se ha beneficiado del conocimiento de que las totalidades humanas han de ser aprehendidas por intuición, y no solo dependientes de la interpretación abstracta del sentido interno de las conductas, como ha deseado Max Weber [vi].
- “A las relaciones permanentes de los actos psíquicos de un ser humano con los de otro están conjugados sentimientos permanentes de co-pertenecemento” (y no solamente una fría representación de esas relaciones) [Dilthey].
Para el sociólogo, la aprehensión de las totalidades de que Dilthey habló antes de Mauss es suficiente para llegar a los tipos sociológicos, ya que implica la aprehensión de significaciones inseridas por veces en esas totalidades y tomando parte de ellas.
No deben disminuir la importancia de ese análisis de Dilthey, que establece la noción de comprensión. Por el contrario, hay que hacer sobresalir el alcance de esas significaciones aprendidas y como tales ofreciéndose a la interpretación de los tipos sociológicos, especialmente en el ámbito de los problemas de las civilizaciones, estudiados en los respectivos ramos de la sociología (sociología del conocimiento, del derecho, del arte, de la religión, de la moral, de la educación).
El Hombre Total en el doble protesto metodológico
Sin embargo, es para la afirmación de la alta relevancia metodológica de la aprehensión de las totalidades que deben enfocar nuestra atención. Hay que mencionar la noción de “hombre total”, notada primero en Marx y mutatis mutandis en Mauss [vii], como la primera pista de la necesidad de un concepto tal como el de los fenómenos psíquicos totales en sociología, pensados en estrecha ligación con los fenómenos sociales totales. Tanto es así que, en el rastro de Marx, la utilización de esa noción del hombre total en sociología diferencial atiende al siguiente doble protesto metodológico marcante en el siglo XX:
Primero – la recusa de la construcción abstracta y arbitraria del hombre económico o del hombre político, o del sujeto individual del derecho, o aún del hombre que juega (lúdico), del que conoce (sujeto cognoscente), o del hombre agente moral, afirmando-se, entonces, contra esas construcciones abstractas y arbitrarias, la presencia efectiva del hombre que existe en la realidad, como siendo todo eso y más todavía;
Segundo: la recusa de la identificación del hombre a su vida mental, en que es olvidado el hecho de que el hombre es igualmente un cuerpo, un organismo fisiológico y un participante en las sociedades, en las clases sociales, en los agrupamientos sociales particulares, en los Nosotros, en fin, en los propios fenómenos sociales totales.
De esta suerte, las fronteras entre el fisiológico, el psicológico y el social, desde el punto de vista de los nuevos conocimientos metodológicos en el siglo XX, tornaran-se esencialmente instables, y, con eso, tornaran acentuada la inmensa dificultad para definir lo que uno entiende por psíquico, además de acrecentar un tópico de alta relevancia para la argumentación en favor del concepto de fenómenos psíquicos totales [viii].
Individuo y sociedad
Hay más. En la exposición que se seguirá, veremos que la elaboración del concepto de fenómenos psíquicos totales presupone ciertos cuadros propiamente sociológicos, afirmados en sus referencias al siguiente: (1) al supuesto conflicto entre el individuo y la sociedad, por un lado, y por otro lado, (2) a la falsa alternativa psicología o sociología, no solamente como disciplinas científicas (la psicología o la sociología), sino como objetos reales.[ix].
Recuerda, con efecto, que el supuesto conflicto entre individuo y sociedad releva de ejercicios retóricos practicados mucho antes del aparecimiento de la sociología, a los cuales se ligan las querellas entre las teses individualistas y colectivistas, o entre las posiciones contractualistas e institucionalistas.
No solo la sociología del siglo XIX resignó a envolver-se en esas discusiones inocuas, en que se trataba del individuo o de la persona humana, por un lado, y por otro lado, de la sociedad o de la colectividad, como se fueran entidades abstractas ya completamente acabadas e irreducibles, enfrontando-se en inexorable y eterno conflicto.
Esas querellas proseguirían después del nacimiento de la sociología hasta el inicio del siglo XX. Será, pues, a partir de dos vertientes interpretativas que se nos presentará los fundamentos del análisis actual, como aplicado en aquella elaboración del concepto sociológico de fenómenos psíquicos totales, a saber: (a) la apreciación de esas controversias vacías oponiendo el individuo y la sociedad; y (b) la crítica a los errores principales que se trata de eliminar para evitar su interferencia perjudicial en la sociología.
Psicología versus sociología: un cuadro sociológico de la sociología
La falsa alternativa psicología versus sociología, constituí un cuadro sociológico de la sociología, revela como he dicho una referencia intelectual de análisis e interpretación diferenciada en modo especial en la formación de la sociología como disciplina científica. La orientación renovada para tornar a poner el problema de las relaciones dialécticas actuales entre la psicología y la sociología, además de demonstrar no solo el carácter anacrónico de esa falsa alternativa y la necesidad de los sociólogos se desembarazaren de la misma, debe ser hecha mediante el desarrollo de los siguientes tópicos:
Primero: una apreciación de las posiciones de los sociólogos hasta los primeros años del siglo XX, en especial una crítica de la querella que ha opuesto Gabriel Tarde e Durkheim;
Segundo: un análisis de las tendencias de la psicología moderna, en especial una apreciación de la adaptación del psicoanálisis a la sociología, como revelando cierta persistencia del enfoque competitivo o de alternativa psicología / sociología.
PRIMERA PARTE
La falsa alternativa psicología y sociología
Durkheim niega con razón la posibilidad de reducir al mental y al psíquico toda la realidad social, tenida en cuenta la afirmación en esta última de la base material de la sociedad, la morfología, juntamente con la afirmación de las organizaciones y de las instituciones con sus modelos, símbolos, valores colectivos más o menos cristalizados y encarnados.
La trayectoria de la cuestión
El sociólogo pone en cuestión el obstáculo de la introspección y la falta de éxito en superarlo por el behaviorismo y por el psicoanálisis.
En respecto a la argumentación que busca llegar a una orientación para tornar a poner el problema de las relaciones actuales entre psicología y sociología, mediante la aplicación de los procedimientos operativos dialécticos, tres pontos deben ser sucesivamente destacados:
(a) la psicología individual, la psicología interpersonal y la psicología colectiva se verifican interdependientes;
(b) – la imposibilidad en establecer una alternativa entre psicología individual y psicología colectiva salta a los ojos delante del problema de la comunicación. El análisis sociológico es el siguiente: considerando que en el psiquismo colectivo tiene lugar una fusión previa de las consciencias (asegurando la misma significación a los signos y a los símbolos, como, p.ex., a las palabras de una lengua), notase que el psiquismo interpersonal o intergrupal implica los dos otros, pues, se ese psiquismo interpersonal es afirmado en sus manifestaciones en la comunicación, ninguna comunicación puede tener lugar fuera del psiquismo colectivo. Al mismo tiempo, son los psiquismos individuales que comunican – lo que supone su diferenciación tanto cuanto su fusion.
(c) los métodos de la psicología moderna deben ser combinados y aplicados a los fenómenos psíquicos totales para que la misma venga a obtener resultados positivos.
La cuestión de saber se es válido o no reducir la psicología a la sociología o la sociología a la psicología retornó clásica y puede ser observada en los debates de los sociólogos (por veces también entre los psicólogos) desde la constitución de la sociología, llegando a alcanzar el siglo XX.
Alias, la trayectoria de esa cuestión por si, ya sugiere la comprensión de la psicología colectiva como ramo de la sociología.
Con efecto, uno de los fundadores de la sociología en el siglo XIX, que no concedió a la psicología lugar alguno en su clasificación de las ciencias, August Comte, no solamente admitía la existencia del psiquismo, sino que acreditaba a la sociología la capacidad para solucionar cualquier problema decurrente de las manifestaciones de lo psíquico. Herbert Spencer y Stuart Mill, que reconocieron la psicología, no hubieran delimitado con la debida precisión las relaciones de la misma con la sociología.
En Karl Marx, la cuestión permanece en abierto, aunque el concepto de conciencia real, simultáneamente colectiva e individual, tomada como lo opuesto de la ideología – siendo esta un producto de la conciencia mistificada –, juntamente con el estudio de la toma de conciencia como elemento constitutivo de una clase social, delinea para Marx el objeto de una disciplina especial – la psicología colectiva – que, por lo demás, Henri Lefebvre designó Psicología de las Clases Sociales [x].
Gabriel Tarde, Durkheim y la Mentalidad Colectiva
En Gabriel Tarde, por su vez, la sociología puede ser reducida a la psicología simultáneamente individual e interindividual, o sea a la psicología intermental. Por el contrario, Durkheim niega la posibilidad en reducir al mental y al psíquico toda la realidad social, tenida en cuenta la afirmación en esta última de la base material de la sociedad, la morfología, juntamente con la afirmación de las organizaciones y de las instituciones con sus modelos, símbolos, valores colectivos más o menos cristalizados y encarnados.
Además, al contrario del posicionamiento de Tarde, para Durkheim es solamente como parte integrante de la realidad social que la vida mental o psíquica puede interesar a la sociología, es decir, como mentalidad colectiva. Entendía él la psicología colectiva como ramo de la sociología y preconizaba la fusión en la sociología de la psicología individual o intermental – distinguida de la psicopatología y de la psicología fisiológica.
El obstáculo de la introspección y el Behaviorismo
Aplicado a la sociología, el behaviorismo pone en relieve el disparate a que uno llega al excluir el alcance prioritario de los símbolos sociales para la comprensión de los comportamientos.
Cuanto al análisis de las tendencias más recientes de la psicología moderna, hay que poner en cuestión el obstáculo de la introspección y la falta de éxito en lo sobrepujar por el behaviorismo y por el psicoanálisis. Aliás, tomar la introspección como obstáculo es la actitud propia de la sociología, siendo esa actitud afirmada en el origen de la desclasificación de la psicología por Comte y por Durkheim.
De esa forma, cabe señalar el fracaso de los sociólogos que, sea adoptando el behaviorismo, sea adoptando el psicoanalisis, sea los dos combinados, tentaran dotar la sociología con una nueva metodología.
De acuerdo con Gurvitch, esa tentativa controvertida de renovación vino a se traducir en un retorno a las posiciones prójimas de Gabriel Tarde: la sociología behaviorista o la psicoanalítica no obtuvieran éxito en desligar-se de la psicología individual. Es el caso de autores como Pavlov y Watson, que desarrollaran el behaviorismo; y los sociólogos Floyd Allport, Read Bain, Georges Lundberg y otros, que lo aplicaran a la sociología. Además, la introducción de la noción de excitantes sociales y de reacciones fundadas sobre la reflexión no alteró el hecho de que el behaviorismo permaneció una teoría psicofisiológica orientada exclusivamente para el individuo.
Gurvitch nos ofrece un ejemplo cabal de la insuficiencia fundamental del behaviorismo aplicado a la sociología poniendo en relieve lo disparate a que se llega al excluir el alcance prioritario de los símbolos sociales para la comprensión de los comportamientos.
Se opone vigorosa e irónicamente nuestro autor a la tese de los juristas behavioristas norte-americanos según los cuales el derecho nada más es de que el comportamiento del juez en un tribunal. Toma como ejemplo el hecho de que el individuo humano tiene manifestaciones comportamentales de orden fisiológica (estornuda, etc.) y que, si las incluyera en consecuencia, el comportamiento del juez no produciría en modo alguno el derecho. Para que ese efecto de producir derecho sea verificado es preciso que la conducta del juez sea penetrada por cierto conjunto de símbolos sociales. El comportamiento simbólico del juez depende mucho más de las significaciones sociales jurídicas y no de una creación personal. Tal es el límite de la extrita concepción behaviorista [xi].
El círculo vicioso de Freud
El círculo vicioso de la mentalidad individual exclusiva limitando la psicología social buscada por Freud prende-se al origen nítidamente fisiológica observada en la psicopatología del deseo sexual.
Cuanto al análisis crítica del psicoanálisis, podemos notar que el círculo vicioso de la mentalidad individual exclusiva, como limitando la psicología social tentada por el propio Freud, prende-se al origen nítidamente fisiológica observada en la psicopatología del deseo sexual, de la cual tuvo su punto de partida el pensamiento del fundador del psicoanálisis.
La psicología social en base psicoanalítica es limitada y se circunscribe a los estados psíquicos individuales. Las relaciones sociales que afectan eses estados individuales han sido concebidas por Freud bajo la forma de proyecciones subjetivas del “Id” y del “Superego”.
Ese pensador procura siempre explicar la vida social por la libido, por los recalques y los complejos, así como por los conflictos entre los deseos individuales y los comportamientos sociales, tomándolos como dominados por los modelos culturales estandarizados.
Jean Paul Sartre y Lucien Goldmann
Ciertamente, esa representación de que los comportamientos sociales se encuentran dominados por los modelos culturales estandarizados se reveló muy envolvente en el siglo veinte, y dio lugar a la crítica de la reificación. Algunos pensadores y sociólogos notables no freudianos se dejaran seducir por ella, como Jean Paul Sartre y Lucien Goldmann.
Ese último autor, en su libro sobre la sociología del romance, acreditó tener descubierto una homología estructural directa entre las estructuras del mercado capitalista y las del romance como forma literaria, sin pasar por la mediación de una conciencia colectiva.
Con eso, dio guarida a la pretensión improbable de que la comunicación social pudiera acontecer en el exterior de la conciencia colectiva. Dejó de lado justamente que la psicología individual, la psicología interpersonal y a la psicología colectiva se revelan interdependientes delante del problema de la comunicación [xii].
Sin embargo, hay quien señale en el análisis desarrollado por Goldmann el descubrimiento de un “sujeto transindividual” (no necesariamente una clase), supuesto en la medida en que el romance expresa los sentimientos de una capa social (la “intelligentzia”) que incluye los creadores, escritores, artistas, filósofos, teólogos cuyos pensamiento y comportamiento, aunque no lleguen a escapar enteramente al poder degradante del mercado y de la reificación, permanecen influenciados por valores cualitativos (no económicos).
Goldmann sostendría la convicción de que las acciones históricas, el dominio de la naturaleza, la creación cultural, no pueden ser entendidos en su significación, ni explicados en su origen sino partiendo de un “sujeto transindividual”, el cual, comprendiendo la relación del hombre con los otros hombres y el hecho de que el Yo individual solo existe por detrás de la comunidad, estaría a designar los grupos humanos, las colectividades en las cuales los seres humanos piensan y actúan juntos (cf. Goldmann, L: Sciences Humaines et Philosophie, pág. 128).
La contradicción es que, aún se refiriendo a grupos humanos, ese autor repele la noción de conciencia colectiva, de tal suerte que su concepción de sujeto transindividual, en la mejor de las hipótesis, no puede significar otra cosa que una capa social: una colección de individuos siguiendo el mismo modelo.
De esa forma, la crítica propuesta por Gurvitch a Sartre se revela aplicable a Goldmann, a saber: de que su concepción del colectivo (no caso, el transindividual) es una serie, y que no tiene serventía la reunión bajo ese termo, como lo hace Sartre, de tres o cuatro manifestaciones diferentes de la vida social (relaciones de alejamiento; Masas; solidaridad mecánica no sentido durkheimiano; en fin, colección dispersa de individuos siguiendo el mismo modelo).
De hecho, hay que manifestar insatisfacción cuando Sartre afirma que las “series sirven de fundamento a toda la sociabilidad”. Sartre llega fácilmente a la conclusión más inquietante aún de que “la totalidad es aquí totalización práctico-inerte de la serie de las negaciones concretas de toda la totalidad” (cf. Gurvitch: Dialectique et Sociologie).
En fin, cuanto a la suposición de Goldmann de que los creadores, escritores, artistas, filósofos, forman una conciencia especial y deben ser considerados desgarrados en relación a las clases sociales, noten las pertinentes observaciones contrarias de Lefebvre (Cf “Psicología das Classes Sociales”, in Gurvitch e al.: ‘Tratado de Sociologia – vol. 2’). Ese notable sociólogo observa apropiadamente que la “intelligentzia”, como un cuerpo de elementos con actividades especializadas, que agrupa escritores, filósofos, periodistas, editores, directores de publicación, etc. tienen la función social de viabilizar la comunicación eficaz entre los agrupamientos sociales particulares y las clases, implicando una tendencia para los desacuerdos entre las ideologías y los psiquismos de clase, más do que un acuerdo permanente. Aún según Lefebvre, la suposición de una coincidencia entre el psiquismo de clase y la conciencia de clase solamente tendrá sentido en una teoría que atribuye privilegio para una conciencia de clase especial, como en la obra del joven Lukács con su visión majestosa.
Retornando a la psicología social en base psicoanalítica, el límite de la mentalidad individual exclusiva vino a ser superado por algunos discípulos de Freud – como Eric Fromm, Horney y Kardiner – que, en su tentativa de combinar las ideas del psicoanálisis unas veces con Marx, otras veces con la teoría de los papeles sociales [xiii] tornaran establecidos lazos funcionales indisolubles entre la persona humana y la realidad social, bien como entre la mentalidad individual y la mentalidad colectiva.
Sin embargo, esa adaptación del psicoanálisis a la sociología no ha significado la distancia completa en relación al debate sobre la relación entre psicología y sociología, aún que ningún considera hoy tal cuestión bajo la forma de alternativa.
Gurvitch nota que un bueno ejemplo de tal insuficiencia es Kardiner, que, en sus escritos,: (a) – hace recuerdar as concepciones de Gustave Le Bon, Pareto e Sorel, (b) – desconoció la sociología y la psicología colectiva desarrollada por Durkheim y sus colaboradores, interesando en modo especial la psicología colectiva da inteligencia (estudio de las representaciones colectivas, memoria colectiva, categorías y clasificaciones lógicas), (c) – desconoció la psicología desarrollada pelo norte-americano G.H. Mead (George Herbert Mead, 1863 – 1931), igualmente orientada para la psicología colectiva de la inteligencia, (d) – tuve recaídas en posiciones simplistas al afirmar que solamente la psicología de la vida afectiva y emocional es la única que está directamente en relación con la sociología.
Colaboración entre la psicología y la sociología
Retornando al intento de Gurvitch para formular en termos de colaboración las relaciones actuales entre la psicología y la sociología, hay que notar la comprensión ofrecida por Marcel Mauss en su discurso sobre As Relações Reais e Práticas da Psicología e da Sociologia [xiv].
El valor ejemplar de ese texto consiste en el siguiente: (a) – tener proclamado el fin de la competición entre la psicología y la sociología, mostrando que las dos disciplinas caminan para buscar una a la otra sus conceptos y su terminología, incluido las nociones de expectativa, símbolo, mentalidad, actitud, papel social, acción, etc.; (b) – tener proclamado igualmente el fin de la oposición entre la psicología colectiva y la psicología individual [xv].
La penetración del social en el psicopatológico
La penetración del social en el psicopatológico es un hecho consecuente no solamente para la psicología patológica, sino que igualmente para la psicología fisiológica.
Con efecto, contra esa oposición, afirma-se la idea de que el social penetra en el psicopatológico y que esa penetración del social es un hecho consecuente no solamente para la psicología patológica, pero igualmente para la psicología fisiológica. Gurvitch hace recordar el parecer de los psiquiatras según el cual las neurosis tienen su origen no solamente en una integración insuficiente en la vida social, sino que, en modo especial, las neurosis ocurren allá donde se constata la desadaptación entre los papeles sociales representados y las capacidades efectivas de los pacientes.
Además de eso, para reforzar el fin de la competición entre psicología y sociología nota-se una línea de pesquisa dirigida al estudio de la medida por la cual el social actúa sobre el fisiológico, siguiente: (a) – desarrollada por Marcel Mauss en su estudio sobre “As Técnicas do Corpo” [xvi]; (b) – señalada en las observaciones de Robert Hertz (1881 – 1915) sobre el origen social de la preeminencia de la mano derecha; (c) – reconocida por las definiciones de Charles Blondel (1876 – 1939) según las cuales (c1) – o psíquico se encuentra situado entre el cuerpo y la sociedad, (c2) – la conciencia mórbida de los enfermos mentales representa la disociación social del psíquico y del consciente [xvii].
La no-competición entre psicología y sociología
Nota-se igualmente la no-competición entre psicología y sociología en las observaciones de los sociólogos sobre el alcance de las interdicciones religiosas que permanecen profundamente enraizadas en la mentalidad psicopatológica. Así, por ejemplo, en relación a los pacientes bajo el dominio de eses interdictos, es atribuido a la eficacia social de las religiones que los mismos sean impedidos de cometer el suicidio si esto es prohibido en su religión.
La colaboración entre psicología y sociología sugiere la figura geométrica de dos círculos secantes que se recubren en parte.
Sin embargo, de la misma manera en que señalamos los aspectos que las aproximan, hay igualmente los aspectos que apartan la sociología de la psicología y que respectan al substrato material de la sociedad.
Las organizaciones, las estructuras sociales parciales y globales, las prácticas, los modelos, las obras de civilización – incluido el conocimiento, la religión, el derecho, el arte, la educación como contenidos aprendidos en las reglamentaciones o controles sociales – no se pueden reducir ni al psíquico individual, ni al psíquico colectivo, aún que en la realidad social sean como lo vimos marcados por esos psiquismos en variados grados de intensidad.
De esa forma, Gurvitch nos ofrece una precisión de la colaboración entre psicología y sociología sugiriendo la figura geométrica de dos círculos secantes que se recubren en parte.
Una vez que existen los niveles de realidad social que no se dejan reducir ni al psíquico individual ni al psíquico colectivo, como acabamos de verlo, Gurvitch chama atención para el truco metodológico de uno no tener en cuenta la existencia efectiva de eses diferentes niveles de realidad, advirtiendo contra el error de no considerar que eses niveles se muestran igualmente característicos tanto del social cuanto del individual.
La interdependencia de la psicología individual, de la interpersonal y de la colectiva
- La colaboración entre psicología y sociología se viabiliza na medida en que es afirmado el carácter interdependiente de la psicología individual, de la psicología interpersonal (también llamada psicología social) y de la psicología colectiva.
- Esa interdependencia se consigue mediante los procedimientos operativos dialécticos y la aplicación del concepto de fenómenos psíquicos totales, haga vista las tres direcciones de las tensiones vividas como se revelando en eses fenómenos, direcciones ligadas en modo tan íntimo cuanto sus polos se muestran íntimamente ligados en los Nosotros, en los grupos sociales y en las sociedades globales, en que tales fenómenos están integrados parcial o completamente.
La comunicación entre Yo, Tu, él se establece con la ayuda de señales, signos y símbolos que únicamente la mentalidad colectiva que les sirve de base pode torna-los eficaces.
Esa unificación previa de la experiencia vivida, llevando a afirmar la interdependencia de la psicología individual, de la psicología interpersonal y de la psicología colectiva, especialmente la unificación de sus tensiones en el ámbito de un Nosotros, es puesta en relieve cuando se considera que la comunica entre Yo, Tu, él se establece con la ayuda de señales, signos y símbolos, que, cabe destacar, solamente la mentalidad colectiva que les sirve de base puede tornar-los eficaces.
Sem embargo, el sociólogo admite la existencia de los símbolos propiamente individuales, considerándolos raros y pobres en significación – dependen especialmente del dominio sexual, en el sentido analizado por Freud, al que ora nos reportamos.
A los estudiosos de la mentalidad colectiva importa más hacer sobresalir que todos los símbolos no freudianos muestran-se colectivos, interpersonales e individuales y valen al mismo tiempo en la psicología colectiva, en la psicología interpersonal y en la psicología individual.
Superar la introspección
Finalmente, deben buscar una metodología científica capacitada para llevar la psicología a resultados positivos, y sobrepujar efectivamente la introspección. Los niveles de realidad destacados para los efectos del análisis, por ese mismo análisis, deben ser repuestos en cuadros sociales precisos.
Así los comportamientos colectivos, las actitudes colectivas, los estados mentales, opiniones y actos colectivos, como niveles de realidad destacados para los efectos del análisis, bien como las expresiones, los señales, signos y símbolos colectivos deben ser repuestos en cuadros sociales precisos, a los cuales vienen integradas las llamadas situaciones conflituais – en las cuales la sociología psicoanalítica contemplaba como mencionado los conflictos entre los deseos individuales y los papeles sociales.
Sin duda, el alcance de esa reposición en cuadros sociales específicos está en aplicar los procedimientos operativos dialécticos, capacitados para excluir los abusos de la introspección.
Gurvitch tiene en vista una combinación de los tres métodos que ya comentamos. Vale decir, en el análisis interpretativo, simultáneamente psicológico y sociológico, la concepción behaviorista y el psicoanálisis deben ser combinadas y aplicadas a los fenómenos psíquicos totales, los cuales, vale insistir, se revelan simultáneamente colectivos, interpersonales e individuales.
Combinación de los tres métodos
Un ejemplo de como la reposición en los cuadros sociales lleva a la combinación de los métodos en tela, y acentúa que, por su vez, la toma en consideración de los fenómenos psíquicos totales es indispensable, es un ejemplo tirado de la experiencia de los etnólogos, en que la posibilidad de introspección es absolutamente derogada, e impracticable su utilización metódica, dado que la vida psíquica de los “primitivos” se presenta nítidamente distinta del psiquismo de los observadores.
Es el caso del cuadro social de una tribu salvaje cuyos gestos colectivos están observados por exploradores recién llegados. ¿Qué hacer? Sin proceder a la tentativa de interpretar las significaciones de las conductas observadas, Y penetrar hasta la comprensión de la mentalidad y de las creencias de los agentes colectivos e individuales que en ellas participan, y sin enterar-se de las situaciones conflituais en que esas conductas están inseridas, aquellos exploradores y observadores no conseguirán determinar el carácter de los gestos delante de los cuales se encuentran y no conseguirán saber se están delante de los ritos religiosos, mágicos, jurídicos, ejercicios militares, o delante de las tentativas de trocas posibles, gestos de cortesía o de buenas venidas.
De esa forma, podemos ver que la descubierta de las significaciones prácticas revela el tipo de problema a que uno es llamado para solucionar, mediante la utilización de los procedimientos operativos dialécticos, favoreciendo la combinación de los métodos de la psicología moderna en su aplicación a los fenómenos psíquicos totales, elaborados como conceptos sociológicos.
Notas Críticas Sobre las Teorías de Interacción
Sin embargo, esas aclaraciones permanecen incompletas caso no tengan en cuenta la mirada crítica de la sociología diferencial sobre el formalismo de las teorías de interacción.
Con efecto, las teorías formalistas están refutadas en la medida en que toman por base la psicología interpersonal, promueven la técnica de estimación de los juzgamientos de valor portados por cada miembro de un grupo sobre cada uno de los otros (sociodrama o psicodrama), e valorizan la imitación.
La realidad social no admite reducción a una nuble de individuos idénticos, sino que, al contrario de eso, todas las interacciones, inter-relaciones, relaciones con los otros (interpersonales e intergrupales) o interdependencias presuponen y siempre se muestran fundadas sobre interpenetraciones, integraciones, participaciones directas, fusiones parciales en los Nosotros (actuales o virtuales), siempre concebidos como totalidades.
Psicodrama y sociodrama restan esfuerzos de autores que hubieran sobrepujado los errores de Hobbes – pensador hace mucho dejado para tras –, pero que permanecieran parcialmente en desventaja debido a su psicologismo individualista, el cual los llevó a reducir la realidad social a relaciones de preferencia y de repugnancia interpersonales e intergrupales.
El error de Hobbes no ha sido el de tener investigado los elementos microscópicos e irreductibles de que es compuesta cualquiera unidad colectiva, pero sí el error de tenerlos encontrado fuera de la realidad social, en los individuos aislados e idénticos.
De ese modo, se estableció la referencia del atomismo social, como el conjunto de las concepciones individualistas y contractualistas que reducen la realidad social a una nuble de individuos idénticos. Cierto que el atomismo en la filosofía social de Hobbes es subsidiario del contractualismo, pero, a su vez, el atomismo social contemporáneo es dispensado de tal ligación. La visión de sociedad como constituida por individuos para la realización de fines que, primariamente, se ponen como fines individuales, se aplica al atomismo social tanto cuanto al utilitarismo.
En consecuencia, se comprende la razón porque el neoliberal típico habla de que no existe tal cosa como la sociedad. Pueden verlo, igualmente, que, hecha para desvalorizar la visión de sociedad, esa proposición proyecta tanto el atomismo social cuanto el utilitarismo [xviii].
Tal es la referencia del psicologismo individualista, que sitúa a los representantes del psicodrama en el mismo nivel del formalismo social, con la equivocada reducción de cualquier sociabilidad a mera interdependencia e interacción recíproca.
En esa limitada orientación, se preconiza como dije que, al nivel psicológico de la realidad social, cualquier interese está concentrado sobre la psicología interpersonal en detrimento de la psicología colectiva propiamente dicha, con desprecio de las funciones intelectuales y voluntarias, en favor del aspecto exclusivamente emotivo de la preferencia y de la repugnancia, con el aspecto más significante de la aspiración siendo así dejado de lado.
Imitación y Sentimiento Colectivo
Aunque la imitación tenga procedencia en la consciencia colectiva, predomina en esa última la oposición sociológica entre fusión o interpenetración de las consciencias, por un lado, y la su simples interacción o interdependencia, por otro lado.
Además, el fenómeno esencial de la psicología colectiva y que la insiere en el dominio de la sociología es la inmanencia recíproca y la dialéctica entre las consciencias colectivas y las consciencias individuales. La psicología interpersonal es parte del problema de la formación de un sentimiento colectivo.
Por tanto, sería ilegítimo designar por imitación la sumisión a los modos y a las costumbres, así como la participación en la efervescencia colectiva. Ambos los casos tratan de manifestaciones de la consciencia colectiva.
En la efervescencia de los grupos no ha ni modelo ni copia, sino fusión de cierto número de estados psíquicos en el seno de otro que deles se distingue, e que es el estado colectivo: en vez de imitación se debería hablar de creación, visto que de esa fusión resulta algo nuevo – resulta un sentimiento colectivo – siendo ese processus el único por el cual el grupo tiene la capacidad de crear.
El hecho de alguien se conformar con los modos y las costumbres, nada tiene a ver con imitación, que, en ese caso, es solamente aparente: el acto reproducido es tal no por haber se verificado en la nuestra presencia, o con el nuestro consentimiento. Por ejemplo, nuestra adhesión a la regla se dona en virtud del respeto inspirado peor las prácticas colectivas, y también por causa de la presión de la colectividad sobre Nosotros, para evitar la disidencia. Al contrario de imitación, conformar-se con las costumbres es estar consciente de la existencia de la consciencia colectiva, e inclinar-se delante de ella.
La Imitación y las relaciones con los otros
Es falsa la suposición de que las conciencias individuales perfectamente aisladas pueden entrar en contacto unas con las otras independientemente de cualquier recurso a la conciencia colectiva. Es igualmente falso que la reproducción imitativa puede no ser reducida a fenómenos de reproducción automática o “contagios”, aplicables a los animales y al hombre, y que se afirman fuera de la vida social. Sin embargo, tal reproducción imitativa puede ser fundamentada en signos y símbolos [1].
Con respecto a esta tercera presuposición, podemos decir que, al imitar, por ejemplo, no el “estornudar” o el temor de otro, sino sus gestos, sus conductas conscientes, sus opiniones, sus actos reflejados, sus juicios, etc. la imitación presupone la comunicación de las conciencias por medio de señales y símbolos, y esa comunicación simbólica presupone a su vez la fusión o la interpenetración previa de las conciencias, es decir: presupone una conciencia colectiva que dé a los signos simbólicos significaciones idénticas para los participantes.[2]
► Más no es todo. En acuerdo con Gurvitch, saben que ningún contacto, ninguna interdependencia, ninguna imitación distinta del simple “contagio” son posibles entre las conciencias individuales de otra forma que no sea en el plano o en el horizonte de la conciencia colectiva. Durkheim se equivoca cuando, por efecto de su argumentación contra Tarde, llevándolo a reducir la imitación a la reproducción automática, llega a la conclusión de que la psicología interpersonal es inexistente y no pasa de otro nombre para la psicología individual tradicional.
Por contra, en la actualidad, ya se reconoce, dentro de la sociología, una psicología interpersonal e intergrupal, en conexión con la psicología colectiva. Se nota que la existencia de los Nosotros, por un lado, de los varios yo (diferenciados en la reflexión sobre la experiencia de cada uno, como personajes en sus círculos y papeles sociales) y de los otros, por otro lado, lleva a reconocer las relaciones mentales con los otros, es decir, las relaciones psíquicas entre Yo, Tú, él y entre los diferentes Nosotros, subrayando que esas relaciones presuponen la realidad mucho más compleja y rica de las manifestaciones de la sociabilidad.
El estudio de la imitación pone el problema de la realidad del otro, el alter ego, así como el problema de la validez de los signos y símbolos, cuya solución conduce necesariamente al estudio sociológico de los nosotros en la vida de los grupos sociales, y al estudio de los actos y estados mentales, que son las manifestaciones de la conciencia colectiva.
Los fenómenos de la psicología interpersonal, especialmente la comunicación simbólica, son inseparables de la psicología colectiva.
►Todavía, el análisis sociológico de los fenómenos de la conciencia prosigue y pone en cuestión la aplicación de las imágenes espaciales o espacializadas, sobre todo las imágenes de la interacción entre las conciencias, y la imagen de la repetición, incluso aquella en que la fusión de las conciencias individuales es comparada a una síntesis química, imágenes espacializadas éstas que destruyen la especificidad extra-espacial y total de la vida psíquica.[3].
Desde este punto de vista, por contra, se distingue en acuerdo con Gurvitch los fenómenos de la psicología interpersonal e intergrupal, por un lado, y por otro lado los fenómenos de la psicología colectiva propiamente dicha, subrayando que se trata de dos especies de fenómenos que no se excluyen y están profundamente unidos.
Es decir, los casos en que las conciencias comunican solamente por signos y símbolos, por expresiones mediatas y convergen, quedando o más o menos cerradas – tales fenómenos de la psicología interpersonal e intergrupal – no pueden ser consideradas de manera excluyente en relación a los otros casos, en que las conciencias pueden interpenetrarse directamente, a través de intuiciones más o menos actuales, originando frecuentemente las fusiones parciales de conciencias abiertas, teniendo por cuadros sociales los nosotros: tales los fenómenos de la psicología colectiva propiamente dicha.
Repeliendo en definitiva la aplicación de imágenes espacializadas, la unidad de esas dos especies de fenómenos – los fenómenos de la psicología interpersonal e intergrupal, por un lado, y los fenómenos de la psicología colectiva, por otro lado, se basan en lo siguiente: (a) Los fenómenos de psicología interpersonal, especialmente la comunicación simbólica, son inseparables de la psicología colectiva porque las relaciones entre Yo y los otros, así como la validez de los signos mediatos o signos simbólicos, presuponen la presencia actual o virtual de los Nosotros bajo su aspecto mental; (B) en contrapartida, es por intermedio del psiquismo interindividual e intergrupal que la conciencia colectiva amplia a menudo el círculo de su influencia, y atrae a veces nuevas participaciones.
La insuficiencia de la aplicación del principio de la inmanencia recíproca y de la implicación mutua por Durkheim, en estos puntos, explica su conclusión a favor de la preexistencia de la conciencia colectiva, como afirmándose antes de afectar la conciencia individual y penetrar en su interior.
De acuerdo con Gurvitch, tal argumento presupone equivocadamente el aislamiento entre las dos conciencias, la individual y la colectiva, aislamiento contrario a cualquier experiencia psicológica y que, en contra de la inmanencia recíproca y de la implicación mutua, sólo es posible concebir por la aplicación simplista a la Vida psíquica de los esquemas imaginarios espaciales (imagine dos sustancias químicas…, imagine dos personas…, etc.).
Además, evitando el refugio metafísico a que tal argumento de la preexistencia de la conciencia colectiva lo llevaría, y no dejándose conducir más allá de una ciencia efectiva como lo es la sociología, Durkheim (a pesar de su sociologismo de la metamóral [4]) admitirá que las conciencias individuales – por lo menos ellas – serían inmanentes a la conciencia colectiva, pero sin que la recíproca fuere verdadera.
Es por esa desviación que Durkheim afirmará al final de su polémica con Gabriel Tarde la constatación de la riqueza incomparable de la conciencia colectiva – de la cual las conciencias individuales no podrían entrever sino ínfimas partes.
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© 2008/2010 by Jacob (J.) Lumier
Versión al español de 2017
Notas
§ Notas em relación al capítulo final “Notas Críticas Sobre las Teorías de Interacción”
[1] Aspecto este desenvolvido pelo notável psicólogo social americano G.H. Mead em sua obra “Mind, Self and Society”, de 1934.
[2] Em sociologia, a consciência coletiva exprime o fato social indiscutível da interpenetração virtual ou atual das várias consciências coletivas ou individuais, sua fusão parcial verificada em uma psicologia coletiva.
[3] A vida psíquica é como disse em fluxo.
[4] A moral teórica de Durkheim reconciliando o obrigatório e o desejável na comum dependência dos ideais criados pela sociedade sublimada no espírito é uma metamoral semi-sociológica e semimetafísica. Gurvitch a designará sociologismo da metamoral, utilizando designação idêntica à utilizada por importante colaborador de seu mestre Durkheim, que o foi Celestin Bouglé (1870-1940).
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Notas en relación a los demás capítulos.
[i] Nova versão aperfeiçoada e ampliadada do Texto Publicado em https://ssfrjbrforum.wordpress.com/2015/05/04/la-sociologia-de-la-vida-psiquica-delante-del-problema-de-la-comunicacion-social/
[ii] Ver Lumier, Jacob (J.): Psicologia e Sociologia: O Sociólogo como Profissional das Ciências Humanas, Internet, E-book Monográfico, 158 págs. Janeiro 2008, http://www.oei.es/noticias/spip.php?article2005 , pág.50.
[iii] Ver Dilthey, Wilhelm: “Introducción a las Ciencias del Espíritu: en la que se trata de fundamentar el estudio de la sociedad y de la historia”, tradução e prólogo por Eugenio Ímaz , México, Fondo de Cultura Económica, 1944, 485 pp. (1ªedição em Alemão, 1883).
[iv] Ver: Lumier, Jacob (J.): “Cultura e consciência coletiva-2“, Web da OEI, Junho 2009, pdf 169 págs. http://www.oei.es/cienciayuniversidad/spip.php?article388 , especialmente os capítulos 1 e 2.
[v] Ibid, ibidem.
[vi] Ibid, ibidem.
[vii] A expressão homem total designa o homem completo ou em reciprocidade de perspectiva e não o homem indiferenciado.
[viii] Ver Gurvitch, Georges (1894-1965): “O Conceito de Fenômenos Psíquicos Totais” in “Tratado de Sociologia – Vol.2”, Revisão: Alberto Ferreira, Iniciativas Editoriais, Porto 1968, (1ªedição em Francês: PUF, Paris, 1960). Op.cit.
[ix] Ver: Gurvitch, Georges: A Vocação Actual da Sociologia – vol. I: na senda da sociologia diferencial, tradução da 4ª edição francesa de 1968 por Orlando Daniel, Lisboa, Cosmos, 1979, 587 pags. (1ª edição em Francês: Paris, PUF, 1950). Op. Cit. Ver também do mesmo autor: “O Conceito de Fenômenos Psíquicos Totais” in “Tratado de Sociologia – Vol.2”, Op.Cit.
[x] Lefebvre, Henri: “Psicologia das Classes Sociais“, in Gurvitch e al.: ‘Tratado de Sociologia – vol. 2’, tradução Almeida Santos, revisão Alberto Ferreira, Porto, Iniciativas Editoriais, 1968, pp.505 a 538 (1ªedição em francês: Paris, PUF, 1960). Op. Cit.
[xi] Sem embargo, se reconhece que o behaviorismo propagou a convicção de que a realidade do homem comporta uma objetividade científica.
[xii] A análise sociológica é a seguinte: considerando que no psiquismo coletivo tem lugar uma fusão prévia das consciências (assegurando a mesma significação aos signos e aos símbolos, como, p.ex., às palavras de uma língua), nota-se que o psiquismo interpessoal ou intergrupal implica os dois outros, pois, se esse psiquismo interpessoal é afirmado em suas manifestações na comunicação, nenhuma comunicação pode ter lugar fora do psiquismo coletivo. Ao mesmo tempo, são os psiquismos individuais que comunicam – o que supõe sua diferenciação tanto quanto sua fusão.
[xiii] Neste caso, as teorias dos papéis sociais dos sociólogos e antropólogos americanos como G.H. Mead, Znawiecki, Ralf Linton, Jacob Levy Moreno, e outros.
[xiv] Mauss, Marcel: ‘Sociologia e Antropologia-vol.I’, tradução Lamberto Puccinelli, São Paulo, EPU/editora da Universidade de São Paulo EDUSP, 1974, 240 pp. (1ªedição em Francês: Paris, PUF, 1950). Do mesmo autor: ‘Sociologia e Antropologia-vol.II’, tradução Mauro Almeida, São Paulo, EPU/EDUSP, 1974, 331 pp.
[xv] Posicionamento que Gurvitch nota em Daniel Essetier, cf. “Psychologie et Sociologie”, Paris, 1927.
[xvi] Estudo publicado igualmente em “Sociologia e Antropologia”.
[xvii] Para Gurvitch, nas definições de Blondel sobre o campo do psíquico e sobre a procedência da consciência mórbida se atribui ao social uma parte demasiado limitada tornando essas definições pouco aceitáveis nos tempos recentes.
[xviii] Cf. Mark Redhead: Charles Taylor: Thinking and Living Deep Diversity, Rowman & Littlefield, 2002.
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